La capital de cuatro imperios - Romano, Bizantino, Latino y Otomano -, punto de encuentro de Europa y Asia, Constantinopla siempre se vio dividida entre sus raíces orientales y el deseo por Occidente, la fe ortodoxa y el islamismo traído por los turcos. Esta dicotomía la transformó en una de las culturas más interesantes del mundo, que conoció su apogeo en los siglos XVI y XVII. Al frente de ella, estaba la figura del sultán, que gobernaba el Imperio Otomano con mano de hierro del palacio de Topkaki rodeado de sus esposas y concubinas en un harén que ya llegó a albergar a mil mujeres al mismo tiempo.
Este es el universo que inspira la colección Sultana del Atelier Sandro Barros, que pasea entre las diferentes culturas subyugadas al Imperio. "Sultana es un homenaje a Roxelana, una esclava ucraniana que llegó al harén en la más baja posición y, por medio de una red de intrigas y un carisma arrebatador, se convirtió en la única y oficial esposa-hecho inédito hasta entonces- del sultán Suleyman , el Magnífico, influenciando su política, nombrando y dimitiendo ministros ", cuenta el estilista Sandro Barros.
Las piezas traen el colorido de los ikats, de las flores de las cerámicas de Iznik y de los mosaicos del Palacio de Topkaki. Los bordados riquísimos, a menudo coloridos, remiten al fabuloso acervo de joyas blancas de gemas preciosas del palacio. Bordados en línea homenajean el trabajo de los artesanos y tejedores de los territorios de la frontera máxima del imperio, en Asia Menor. "Es una amalgama de la riqueza cultural de todo el Imperio Otomano que hasta hoy encontramos en las tiendas del Grand Bazzar de Estambul", dice Sandro. Los vestidos todavía ganan aplicaciones de cristales Preciosa que hacen alusión a los candelabros de Bohemia ya la escalera de cristal Baccarat del Palacio de Dolmabaçe, última morada de los sultanes hasta la caída del Imperio en 1922.
La silueta de los vestidos largos es más seca, sin grandes volúmenes, mientras que los vestidos cortos aparecen en su mayoría con faldas evasas o godes. Los colores fuertes, generalmente ausentes en las colecciones de Sandro, ganan destaque, principalmente mezclados: verde flúor con negro, rosa dragón con rojo, azul Klein con blanco, además de los colores tradicionales como negro, blanco, cereza, plata, beige, nude, rosa y jade. Destacado para las estampas de tapicería, de animales y los ikats.
La campaña y el look book fueron fotografiados por Pedro Campos, con belleza firmada por Junior Mendes y escenario creado por Esther Giobbi con piezas antiguas de su acervo y papeles de pared Celina Dias, además de objetos de Raul Yetman y Alberto Moraes Antigüedades, Juliana Benfatti y L'oeil. El piso del escenario fue hecho con pastillas de murano oro desarrollado por el 100% Eventos. Los turbantes son del Atelier Sabrina e Isa. Las joyas son Izabel Esteves, Silvia Furmanovich, Amsterdam Sauer y Cartier.