Sandro Barros se inspira en la elegancia de las mujeres de América Latina por su primavera-verano 2013/14
El 3 de septiembre de 1951, el rico hombre de negocios franco-mexicano Carlos de Beistegui dio una gran fiesta en el Palazzo Labia de Venecia, comprado por él tres años antes. Gran parte de la sociedad de café internacional asistieron al evento, un baile de máscaras que hizo historia. Era una especie de celebración de la coronación de los latinoamericanos, una vez que despectivamente llama "rastacueras", sino que se había convertido, con los años, uno de los referentes de la elegancia y el savoir-vivre. En una Europa devastada por dos guerras, la de América Latina fue un soplo de frescura, alegría y renovación.
Es la reunión de viejo y nuevo mundo que el diseñador Sandro Barros buscó su inspiración para la colección primavera-verano de 2013/14, de su atelier. "El príncipe francés Jean-Louis-Faucigny Lucinge escribió en sus memorias que la gente solía decir que las mujeres de moda" elegante como un latinoamericano. Porque sabían que brillen en la alta sociedad europea, necesaria para comportarse tan bien o incluso mejor que una princesa Inglés. Pensé que América, no popular, para crear esta colección ", dice Sandro.
Referencias estilista eran nombres como María Luisa Gómez Mena, Condesa de Revilla de Camargo, que desafió a los clientes Fidel Castro y recibió en los pasillos de su palacio en Habana los duques de Windsor, el cubano Natividad y Dorticós Terry quien se casó en 1902 en París con el francés Prince Guy de Faucigny-Lucinge, la heredera del estaño boliviano Maria Cristina Patiño, Aramayo un boliviano, futuros Marquise d'Arcangues, entre muchas figuras icónicas. "Y, por supuesto, el brasileño brilló en el extranjero, actuando como verdaderos embajadores de nuestra elegancia como Carmen Mayrink Veiga, Perla Lucena Mattison, Aimée de Heeren y Sylvia Amélia de Waldner", añade Sandro. "La colección trae una cara de las mujeres latinas: Extravagante, sí, pero obsesionado con la elegancia y la feminidad Miré fuera del lugar habitual de frutas, hojas y plumas Tenemos más que ofrecer..."
En ese espíritu (imagine un baile en La Habana a principios de los años 50), los vestidos vienen en diferentes superposiciones de encaje, cinturas ceñidas, faldas voluminosas, estampados coloridos en el camino de la noche en Cartagena, los lunares en blanco y negro de la herencia española, Maya mosaicos de inspiración, camisas con lazos, volantes y suntuoso demasiado brillante. La novedad es el bordado hecho con cuentas de vidrio de colores teñidos especialmente para Atelier, flores y arabescos bordados en hilo de seda, encaje de tul-alineada bordada y gotas de cristal en 3D. "La región de América, después de todo, le gusta brillar. Cuando ella llega, ella se roba el show", dice Sandro.